La demanda de vuelos superará el nivel de 2019 a mediados del próximo año, según un nuevo estudio de la consultora Bain & Company. Además, el informe Air Monitor 2024 de American Express Global Business Travel prevé que las tarifas aéreas comenzarán a estabilizarse en 2024, con una subida en torno al 1% en vuelos dentro de Europa y bajadas en algunas rutas internacionales de viajes de negocios. Esta previsión concuerda con los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en España, que confirman un descenso de las tarifas en un 2,3% en el último trimestre. BCD Travel, por su parte, prevé una bajada del 0,8% en los precios a nivel global en 2024.
El estudio de Amex GBT prevé un descenso de los precios entre Europa y Sudamérica del 3,9% en clase preferente y del 10,4% en economy, con respecto a 2023. También descenderán las tarifas a Oriente Medio desde el continente europeo. En Norteamérica, habrá ligeros cambios en las tarifas regionales y con destino a Europa (aumentando un 0,3% en clase business y bajando un 2,5% en clase turista), y descenderán los precios en rutas a Asia.
El informe apunta que la fuerte demanda, las tarifas elevadas y la caída del precio del combustible resultaron en beneficios récord para algunas aerolíneas este año. Este se verá reducido en 2024 por la ralentización de los viajes de ocio al reducirse la capacidad de gasto de los consumidores, la subida de los precios del petróleo y el queroseno, y el aumento de los gastos de personal. Además, la escasez de talento en áreas específicas, junto a problemas en las cadenas de suministro, podrían retrasar la producción de nuevos aviones e impactar en los planes de expansión de las aerolíneas.
La sostenibilidad tendrá cada vez más peso entre las prioridades de las empresas y los viajeros corporativos. El informe recomienda utilizar herramientas de comparación de la sostenibilidad de las aerolíneas antes de hacer la reserva, y optar por compañías que utilicen combustible sostenible (SAF, por sus siglas en inglés). También subraya que sustituir los viajes en avión por el ferrocarril en rutas competitivas resultaría en reducciones significativas de las emisiones de carbono.