EVENTOS SIN BARRERAS

Por Redacción

Debido al exponencial desarrollo de la industria de reuniones y eventos, cada vez es más necesario derribar las barreras que impiden el acceso a personas con discapacidad, ya sea motriz, visual, auditiva o intelectual. Y esto en todos los espacios  y actividades implicados en la realización de una operación profesional: desde el aeropuerto al hotel, pasando por el recinto ferial y el transporte que traslada a los asistentes.

Cómo abordar el tema
Ante todo, con una correcta denominación de las cosas: quienes tienen algún tipo de dificultad para acceder a un lugar o contenido son “personas con discapacidad”, no “personas discapacitadas”. También teniendo claro qué tipos de discapacidad deben ser tenidas en cuenta en cualquier evento.

Las discapacidades se clasifican en tres tipologías:
– Físicas: consisten en la falta, deterioro o alteración funcional de una o más partes del cuerpo, lo que provoca inmovilidad o disminución de la misma.
– Sensoriales: diferenciadas entre auditiva y visual.
– Psíquicas: afectan al intelecto de la persona y a su percepción de las cosas.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), una de cada siete personas en el mundo tiene algún tipo de discapacidad, representando un promedio de 150 millones de habitantes en el planeta. Sin embargo, y tal y como se defiende desde el propio organismo, la atención a su discapacidad es un derecho que todo ser humano tiene. Y es que desgraciadamente muchas personas están más discapacitadas por culpa de las barreras que la sociedad les impone que por las derivadas de su propio cuerpo.

Necesidad de certificación
En España ya se ha legislado al respecto: los espacios públicos han de ser diseñados, construidos, mantenidos y gestionados cumpliendo con las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación de las personas con diversidad funcional.

Existen certificaciones como la UNE 170001 relacionada con la Gestión de Accesibilidad Universal. Según describe Aenor, entidad emisora del certificado, su obtención “garantiza a todas las personas, con independencia de su edad o discapacidad, las mismas posibilidades de acceso a cualquier parte del entorno construido, transporte o urbanismo y al uso y disfrute de los servicios en ellos prestados con la mayor autonomía posible en su utilización”. El museo Guggenheim de Bilbao fue el primer venue que apostó por cumplir los requisitos establecidos, en 2003.

Sin embargo, esto es asignatura pendiente en Latinoamérica, donde más allá de alguna ley o reglamento dictado por municipios y alcaldías, no existen a nivel nacional directrices generales que certifiquen que un recinto es accesible, cuáles son los criterios mínimos para serlo y qué tipo de ayudas existen para contribuir a que los actores de la industria acondicionen sus espacios para este tipo de público.

Requisitos
Los requisitos establecidos en España para considerar un espacio accesible se centran en cuatro aspectos principales:

Deambulación: los accesos han de tener las dimensiones adecuadas evitando obstáculos que dificulten la circulación, además de contar con mobiliario debidamente anclado y adaptado a personas que no puedan estar de pie o necesiten de algún tipo de apoyo.

 En cuanto al ancho de las entradas, se recomienda un mínimo de 110 centímetros con estrechamientos puntuales de 90 centímetros, siendo la anchura ideal de 150 para permitir el acceso simultáneo de dos personas de pie o de una en silla de ruedas.

 Los pavimentos han de estar adaptados de tal manera que sean uniformes y se eviten en la medida de lo posible los deslizamientos, tanto en seco como en mojado. A nivel general, las fuentes de luz han de ser adecuadas, con señalización que incluya dispositivos luminosos y acústicos de aviso de llegada, salida y sentido del desplazamiento. Los cambios de nivel han de ser salvados con rampas, escaleras o ascensores que puedan ser utilizados por personas con discapacidad.

Aprehensión: si las facilidades destinadas a las personas con capacidad no están a su alcance, son completamente inútiles. Por eso es imperativo que los pasamanos, barras de apoyo, mobiliario… estén a la altura conveniente y sean fáciles de manipular. Al mismo tiempo, es importante asegurarse de que no entorpecen las maniobras de quienes dependen de algún tipo de vehículo para desplazarse. 

Localización: tan importante como ofrecer facilidades es simplificar la orientación y la ubicación de lugares y objetos que intervienen en el evento, desde la salida de emergencia a los baños. 

Comunicación: un plan de accesibilidad no puede ser coherente si no se puede establecer contacto con la persona con discapacidad. Para ello es necesario contar con personal cualificado que conozca el lenguaje de signos, el braille, que sea capaz de generar mensajes sonoros en el momento oportuno y con la claridad precisa… Como parte de la comunicación no interactiva se integra toda la señalización que puede abarcar desde soportes táctiles a paneles con un tamaño de letra adaptado.

Es importante que todos los elementos de señalización sigan una línea directriz. Es decir, manteniendo en cada una de las dependencias los mismos criterios de ubicación de los carteles y de difusión de la información contenida en ellos.

Suspenso en algunas discapacidades
Varios estudios en España demuestran que, si bien hay un alto grado de adaptación en muchos espacios destinados a eventos desde el punto de vista de las discapacidades motrices, las medidas de accesibilidad relativas a las discapacidades sensoriales son inexistentes en muchos recintos.

La facilidad auditiva es una de las asignaturas pendientes.  En una encuesta realizada en 2008 por la Junta de Andalucía, solo el 8 % de los responsables de promoción de espacios congresuales afirmó disponer de intérpretes de lengua de signos o servicio de guías y acompañantes. Ninguno disponía de un sistema de subtitulado simultáneo o bucles magnéticos para ayudar a las personas con discapacidad auditiva. Nada parece indicar que haya cambios significativos.

La formación e implicación del personal es otro de los aspectos a señalar, ya que fuentes apuntan a que solo el 50 % de los profesionales implicados en un evento es consciente de las facilidades que la sede incluye. Es de lamentar que la información relativa a la accesibilidad no sea destacada en los días previos al evento y que sea la persona afectada quien deba informarse una vez en destino.

La accesibilidad ha de estar garantizada para todos los asistentes y la industria debe comprender que esto es algo tan ineludible como ofrecer un asiento en una convención. Incluir la garantía de poder llegar a él fácilmente es tan básico como su propia existencia.

 

ENTREVISTA a Betina Anzilutti,
Directora Ejecutiva de NOUN Eventos

“Los organizadores deberían exigir stands accesibles”

¿Cuál es su experiencia como persona con discapacidad y asistente a eventos?
Yo poseo una discapacidad motriz severa pero afortunadamente puedo caminar, pero no dejo de pensar en quien se encuentra en silla de ruedas o tiene cualquier otra discapacidad que le impida, sin ciertos apoyos, entrar en contacto con el sector, ya sea en forma de colegas o de proveedores. No es tan difícil: por ejemplo instalar paneles informativos en la entrada evita tener que desplazarse innecesariamente; que los mostradores  cuenten con alturas diferenciadas genera que mirarse a los ojos con la persona que tiene delante sea posible para quien está sentado; que el recinto cuente con shuttles que trasladen de un sector a otro del recinto ferial, que haya rampas anchas en los accesos pero también en los escenarios… un recinto inaccesible nos separa de nuestros colegas.

Ustedes ofrecen una formación sobre accesibilidad en los eventos ¿a quién se dirige y cómo resumiría lo que el profesional puede aprender?
No formamos, más bien concienciamos a los organizadores de eventos y responsables de recintos sobre la importancia de la accesibilidad. Ambos deben trabajar en consonancia, pues de nada sirve celebrar un evento en un recinto libre de barreras arquitectónicas si el anfitrión no sabe cómo recibir a una persona que requiere atenciones especiales y viceversa. Un organizador atento que celebra su evento en una sede no accesible será el primero en sufrir las consecuencias de la falta de accesibilidad.

¿Cuáles son en su opinión los proveedores que más deben trabajar en materia de accesibilidad?
La hoteleria está haciendo sus deberes, con armarios diferenciados en altura, baños adaptados, sillas incorporadas en las bañeras… sin embargo los recintos feriales aún no son 100 % accesibles. Tienen más escaleras que rampas, aparcamientos reservados para discapacitados a 300 metros de la puerta de acceso, auditorios estupendos pero sin espacios para una silla de ruedas o cafeterías sin la distancia entre las mesas que permita maniobrar una silla de ruedas y stands preciosos pero difíciles de visitar. En mi opinión, los organizadores deberían exigir a los proveedores que sus stands cumplan con todos los requisitos de accesibilidad.

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