EL VIAJE HACIA UNA MOVILIDAD MÁS SOSTENIBLE

El transporte es el mayor contribuyente a las emisiones de carbono procedentes de la industria MICE, pero gracias a los avances en el uso de biocombustibles para la aviación, vehículos menos contaminantes y cada vez más opciones de movilidad sostenible es posible reducir, al menos parcialmente, este impacto.

EL VIAJE HACIA UNA MOVILIDAD MÁS SOSTENIBLE

Por Cristina Cunchillos

La industria MICE aspira a reducir a la mitad sus emisiones de carbono en 2030 y alcanzar el cero neto en 2050, en línea con los objetivos del Acuerdo de París. El éxito de la iniciativa Net Zero Carbon Events, que cuenta ya con más de 480 empresas del sector comprometidas a adoptar las medidas necesarias, demuestra que no solo hay una mayor concienciación sobre el impacto medioambiental de los eventos, sino una firme determinación de buscar soluciones.

Se están aplicando cada vez más medidas para hacer los eventos más sostenibles. Para los organizadores puede resultar relativamente sencillo evitar el uso de plásticos o reducir los desechos orgánicos, pero hay otros elementos que son más difíciles de controlar, como las emisiones generadas por los hoteles donde se alojan los asistentes o el impacto derivado del transporte.

Esto supone un gran reto, ya que el transporte es precisamente el mayor contribuyente a las emisiones de carbono asociadas a cualquier operación MICE. Según un informe de la Universidad de Friburgo en Alemania, la huella de carbono derivada de los viajes en un congreso puede superar las 2.000 toneladas de gases de efecto invernadero, o el equivalente a entre 500 y 1.500 kilos de CO2 por delegado.

Se estima que las emisiones de carbono del transporte pueden suponer entre un 70% y un 90% de la huella de carbono de los eventos, teniendo en cuenta no solo los vuelos de participantes internacionales sino también otros desplazamientos considerados de menor impacto en tren, autobús o taxi.

Una solución que parece obvia para reducir esas emisiones sería trasladar los eventos a un formato virtual como se tuvo que hacer durante la pandemia, evitando los desplazamientos. Sin embargo, la reactivación de los eventos presenciales ha dejado claro que esta no es una opción. Los profesionales estaban ansiosos por volverse a ver cara a cara y, aunque ahora se incorporen elementos virtuales, no se abandonará el formato presencial, y con el, la necesidad de desplazarse.

Desplazamientos inteligentes

Se prevé que en este 2023 se viaje algo menos que antes de la pandemia por la combinación de la subida de precios y la mayor preocupación por el medioambiente. Según el último estudio de Cvent, el 41% de los organizadores cree que el nivel de asistentes presenciales será menor que el año pasado. También hay una mayor preferencia por viajar siempre y cuando sea a destinos cercanos.

Pero no se trata necesariamente de viajar menos, sino de hacerlo de manera más inteligente. Los organizadores, y los propios asistentes, han de buscar opciones de movilidad con un menor impacto medioambiental, eligiendo medios de transporte menos contaminantes o, por ejemplo, compartiendo el viaje reduciendo en consecuencia el impacto del mismo por pasajero. Los continuos avances en movilidad sostenible lo ponen cada vez más fácil.

Avances para una aviación menos contaminante

Aunque la aviación sigue siendo el modo de desplazamiento más contaminante –se estima que el 2,4% del total de emisiones de carbono globales proceden del transporte aéreo– los avances para hacerla más sostenible son cada vez mayores.

Por un lado, las nuevas aeronaves son mucho más eficientes en el consumo de combustible. El Boeing 787 Dreamliner reduce las emisiones de carbono en un 20%, mientras que varios de los nuevos modelos de Airbus, como el A330, A320Neo o A350, son entre un 15% y un 25% más eficientes en el consumo de combustible que otros aviones de tamaño similar.

No obstante, la aviación no podrá ser 100% sostenible hasta que no se sustituya totalmente el queroseno de origen fósil por combustibles sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés). En este aspecto existen también considerables avances científicos, así como inversión por parte de las aerolíneas.

En la Escuela Politécnica de Zúrich (Alemania), un equipo de investigadores está trabajando en el desarrollo de combustible para aviones a partir de energía solar y eólica. En Estados Unidos, la startup Alder Fuels está intentando transformar los llamados ácidos grasos volátiles, moléculas procedentes de desechos orgánicos en descomposición, en queroseno.

Airbus, por su parte, apuesta por el hidrógeno en sus nuevos prototipos de avión comercial ZeroE, de cero emisiones, que podrían estar listos para entrar en servicio en 2035.

El Grupo IAG, que engloba las aerolíneas Iberia, British Airways, Aer Lingus, Vueling y Level, aspira a operar el 10% de todos sus vuelos con combustible sostenible en el año 2030, y para ello está invirtiendo cientos de millones de dólares en el desarrollo de nuevos carburantes. En Reino Unido colabora con la empresa Velocys para la construcción de la primera planta europea de conversión de residuos domésticos en combustible para aviación. 

En Estados Unidos está construyendo otra planta, en asociación con LanzaJet, para crear carburante a partir de etanol sostenible. Se espera que ambas estén operativas en 2025.

Air France-KLM, por su parte, se compromete a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el uso de queroseno en un 30% (por tonelada transportada y kilómetro) para el año 2030, en comparación con el volumen generado en 2019. Para conseguirlo, su programa de desarrollo sostenible incluye la renovación de al menos un 64% de su flota con aviones de última generación antes de 2028, así como el uso de combustibles sostenibles. Además, los clientes corporativos pueden compensar las emisiones de carbono de sus viajes de negocios con una contribución anual a su programa de SAF.

En Latinoamérica, donde el mercado de SAF es todavía inmaduro y con poca oferta, el Grupo LATAM espera llegar a un 5% de uso de combustible sostenible en 2030. 

La efectividad de los diferentes tipos de SAF ya se está poniendo a prueba. En enero de 2021, KLM se convirtió en la primera aerolínea del mundo en operar un vuelo comercial de pasajeros impulsado con queroseno sintético, producido por Shell a partir de CO2, agua y energía renovable. El vuelo conectó los aeropuertos internacionales de Ámsterdam y Madrid. 

El pasado mes de noviembre, otro aeropuerto español, el de Sevilla, fue el elegido por la petrolera Cepsa para suministrar biocombustible producido a partir de huesos de aceituna y otros residuos vegetales del sector olivarero. Varias aerolíneas pudieron experimentarlos durante una semana. En una acción pionera en el sur de Europa, un total de 220 vuelos de las compañías Air Europa, Air Nostrum, Iberia Express, Ryanair, Vueling y Wizz Air partieron de Sevilla impulsados por el SAF de Cepsa, pudiendo operar unos 400.000 kilómetros.

Una transición que parece acelerarse

Se trata de una transición que empieza a tomar velocidad. En 2021 la producción de SAF fue de cien millones de litros de combustible e IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo, por sus siglas en inglés) estimó que en 2022 alcanzaría los 300 millones de litros, lo que supone un aumento del 200%. Se cree que para el año 2030 la producción podría incrementarse hasta 70 veces.

El crecimiento actual no es suficiente para suplir la demanda, por lo que IATA apela a los gobiernos para que introduzcan incentivos a la producción de SAF. El uso de combustible sostenible será clave para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050. Para ello será necesario alcanzar unos niveles de producción de 450.000 millones de litros anuales, por lo que aún es necesario avanzar muchísimo.

Más viajes en tren

El tren es una opción más sostenible que el avión. En Europa, gracias al desarrollo de más rutas de alta velocidad y la entrada en el mercado de operadores low cost, es también una opción cada vez más conveniente y asequible para desplazarse a los eventos.

La Unión Europea acaba de introducir una nueva normativa que obliga a las aerolíneas a pagar por las emisiones de CO2 en sus vuelos entre países miembros, así como conexiones a Suiza y Reino Unido. Esto contribuirá a la subida de las tarifas aéreas este año, lo que podría motivar un mayor uso de medios de transporte alternativos como el tren.

A esto se suma la introducción de nuevas rutas internacionales de alta velocidad desde España como la de TGV INOUI, que desde el pasado mes de diciembre conecta París con Barcelona en menos de siete horas. Las rutas son operadas por SNCF Voyageurs, la empresa del Grupo SNCF que gestiona el transporte ferroviario de pasajeros en Francia y otros países europeos. Dos frecuencias diarias en cada sentido, y tres en temporada alta, permitirán trasladar a más de 800.000 viajeros al año entre Francia y España.

Renfe empezará también a operar sus propias rutas entre ambos países este año, conectando Madrid con Marsella, así como Barcelona con Lyon, con trenes AVE de alta velocidad. Inicialmente se programarán seis viajes semanales por trayecto, incrementando posteriormente a dos las circulaciones diarias en cada sentido. 

España cuenta con la segunda red de alta velocidad más extensa del mundo y continúa creciendo. Actualmente existen varias líneas en construcción o en proyecto, incluyendo conexiones entre las capitales del País Vasco, el enlace en alta velocidad entre Madrid y Asturias o la extensión del Corredor Mediterráneo Litoral.

El pasado mes de noviembre entró en el mercado nacional español Iryo, un nuevo operador privado participado por los socios de Air Nostrum, Globalvia y Trenitalia. Conecta ya la capital española con las ciudades de Zaragoza, Barcelona, Cuenca y Valencia, con trenes eléctricos de última generación propulsados por energía 100% renovable. A partir de marzo se añadirán nuevas rutas desde Madrid a Sevilla, Málaga, Antequera y Córdoba, y en junio llegará a Alicante y Albacete. Cuenta con un programa de fidelización para empresas ya que es claro el objetivo de captar clientes entre los viajeros profesionales.

Iryo sigue el modelo low cost que introdujo el operador ferroviario francés SNCF con Ouigo en mayo de 2021, tras la liberalización del sector ferroviario español, y que posteriormente adoptó también Renfe con Avlo. La oferta de tarifas más bajas en líneas de alta velocidad ha impulsado notablemente el uso del tren para viajes de negocios en el territorio nacional.

Ouigo opera los trenes de mayor capacidad del mercado español, lo que contribuye a minimizar la huella de carbono por viajero transportado. A las líneas Madrid-Barcelona y Madrid-Valencia que ya opera, este año se sumarán las conexiones entre Madrid y Alicante, Sevilla y Málaga.

Avlo, la marca low cost de Renfe que empezó a operar en junio de 2021, estrenará también nuevas rutas desde Madrid hacia Alicante, Sevilla y Ourense, sumándose a las existentes conexiones desde Madrid a Barcelona-Girona-Figueras y a Valencia. 

Mientras que la oferta continúa creciendo en España, el ferrocarril de alta velocidad sigue siendo la asignatura pendiente en Latinoamérica, donde los elevados costes de implementación hicieron ya fracasar varios proyectos en Brasil y Argentina tras ser considerados como no rentables.

No obstante, otros proyectos ferroviarios, como el Tren Maya en México, siguen adelante. La ruta, con más de 1.500 kilómetros de vía férrea, conectará 190 atractivos turísticos en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Chiapas, incluyendo escalas en algunos de los sitios arqueológicos mayas más reconocidos como Chichén Itzá o Tulum. Tendrá parada en 20 estaciones, incluyendo Playa del Carmen y el aeropuerto de Cancún, y se podrá incluir en los programas de viajes de incentivo a partir de diciembre de 2023, cuando está prevista su inauguración.

Automoción más sostenible

Aunque el transporte aéreo de los delegados puede ser el mayor contribuyente a la huella de carbono de un evento, sobre todo si este tiene carácter internacional, no se ha de desestimar el impacto del transporte por carretera. No solo hay participantes que prefieren desplazarse en sus propios vehículos, sino que también se han de tener cuenta los numerosos traslados de corta distancia, ya sea el transfer desde el aeropuerto o la estación de tren, o desde el hotel a la sede del evento, así como el transporte de mercancías necesarias para la realización del mismo.

A menudo es posible reducir el número de trayectos cortos en automóvil. Corresponde al organizador del evento buscar sedes bien conectadas por transporte público y asegurarse de que todos los asistentes tienen la información necesaria para utilizarlo. 

Otra opción es incentivar el uso de bicicletas o patinetes eléctricos para desplazarse a la sede, ofreciendo un servicio de alquiler gratuito o a un precio reducido para los delegados, así como detalles de las rutas a seguir. Según el destino, el acceso puede ser igualmente fácil a pie, una opción saludable que permite además conocer mejor el destino donde se celebra el acto.

Cuando es inevitable el desplazamiento en automóvil, se puede optar por vehículos menos contaminantes. En las últimas décadas se ha avanzado considerablemente en la producción y uso de vehículos impulsados por hidrógeno, híbridos y eléctricos, aunque en el caso de estos últimos, su elevado precio y limitada infraestructura para su recarga impide una adopción más generalizada. Se estima que en 2030 al menos 30 millones de vehículos de emisiones cero circularán por las carreteras europeas. A partir de 2035 los automóviles de gasolina y diésel desaparecerán de los concesionarios de venta, según normativa de la Unión Europea.

No se trata solo de optimizar el parque de vehículos privados y corporativos, ya que los modelos de emisiones cero se ofrecen cada vez más en los servicios de alquiler de automóvil, taxi y plataformas de movilidad como Uber o Cabify. 

Según el Observatorio del Vehículo de Empresa publicado anualmente por la firma de movilidad Arval, el 84% de las compañías españolas cuenta ya con vehículos eléctricos o híbridos o prevé introducirlos en los próximos tres años. En concreto, la adopción de vehículos híbridos (58%) se sitúa en un 20% por encima de la media europea.

Aunque la preocupación por reducir las emisiones (49%), la reducción del gasto en combustible (44%) y la imagen pública de la empresa (41%) son los principales motivos que llevan a adoptar estas flotas, también preocupa cada vez más la problemática de viajar a zonas restringidas al tráfico (39%). Y es que cada vez más gobiernos, sobre todo en Europa, están introduciendo normativas para limitar la circulación de los vehículos más contaminantes en sus ciudades, creando zonas de bajas emisiones (ZBE). En España acaba de entrar en vigor la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que obliga a los municipios de más de 50.000 habitantes a crear zonas de circulación restringida para los vehículos más contaminantes. Límites similares se imponen en otras capitales europeas.

También en Latinoamérica se está empezando a hablar de la creación de zonas de bajas emisiones, y hay proyectos avanzados en ciudades como Bogotá, así como en México.

Los organizadores de eventos pueden por tanto elegir vehículos menos contaminantes, al menos para el transporte de los asistentes, ya que el transporte de mercancías se sigue haciendo en camiones de alto tonelaje que usan combustible fósil. 

Hay empresas como la española Joinup que ofrecen servicios de movilidad sostenible para la organización de eventos corporativos. Su oferta incluye desde taxis y automóviles con conductor a autobuses y minibuses para el traslado de delegados, así como el apoyo de un gestor personal las 24 horas del día. El 75% de los automóviles de su flota lleva la etiqueta ECO otorgada a vehículos híbridos, que les permite circular por zonas de bajas emisiones. A través de una app se puede gestionar el kilometraje y el aparcamiento, así como la optimización del uso de los vehículos corporativos. También ofrece herramientas para medir la huella de carbono de los desplazamientos.

Viajes compartidos

Además de elegir vehículos con bajas emisiones, se puede reducir el impacto medioambiental, así como los costes, con un uso más efectivo de los mismos. El modelo de economía compartida del siglo XXI se aplica también al transporte en prácticas como el llamado carpooling, una iniciativa que en realidad no es nueva. 

Siempre ha habido conductores que ofrecen espacio en su automóvil a otras personas. La diferencia es que ahora es algo generalizado, mejor organizado y coordinado a través de aplicaciones móviles, además de lucrativo para los conductores. 

Blablacar es una de las apps de carpooling más utilizadas tanto en España como en Latinoamérica, sobre todo para compartir vehículo en trayectos entre ciudades. La plataforma española Hoop ofrece carpooling a empresas, que pueden reducir su impacto medioambiental y optimizar sus espacios de parking instando a sus empleados a compartir. 

La belga Carpool Organiser se dirige específicamente a organizadores de eventos, que pueden utilizar la plataforma para coordinar el transporte de los asistentes. Opera ya en varios países, incluyendo España, Brasil y Argentina.

Otra forma de compartir y reducir costes es el llamado car sharing, o alquiler por horas. En este caso, diferentes personas utilizan un mismo vehículo, aunque en distintos momentos. Los usuarios encuentran los automóviles disponibles más cercanos a través de una app y los alquilan por minutos u horas. 

Para este tema hemos entrevistado a
Tom Weseloh Director Nacional de ClimatePartner Spain
“Optar por un transporte más limpio requiere una inversión más elevada y el factor precio sigue siendo muy decisivo”

Accede al contenido completo en la última edición de la revista PUNTO MICE
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