China fue el primer país afectado por el COVID-19, con más de 81.000 casos registrados oficialmente. A finales de marzo y tras dos meses de confinamiento comenzó a aplicar el levantamiento gradual de las restricciones impuestas para frenar el contagio. El proceso incluía la reapertura al público del 40% de las atracciones turísticas que habían permanecido cerradas los dos meses anteriores. Meliá Hotels International habilitó sus oficinas corporativas en Shanghái y abrió tres de sus cinco propiedades en el país.
Entre los lugares nuevamente abiertos al público se incluyeron un tramo de la Gran Muralla, aunque con las visitas limitadas al 30% del volumen habitual, mientras que otras atracciones co afluencia muy masiva como Disneylandia en Shanghái o la Ciudad Prohibida de Pekín siguen cerradas. En los casos en los que está permitido el acceso se verifica el estado de salud de los visitantes, que han de llevar mascarilla y mantener la distancia entre ellos.
Según la consultora STR, el 87% de los hoteles en China están abiertos actualmente y mientras que el índice de ocupación en la primera semana de febrero fue del 7,4%, alcanzó el 31,8% en la última semana de marzo. En Shanghái, los hoteles registraban una ocupación del 11% a primeros de marzo, llegando al 28,6% el día 28 del mismo mes.
Christine Liu, directora regional de STR para el mercado de norte de Asia, confirma detrás de esta recuperación están los viajeros de negocios y participantes en reuniones de pequeño tamaño.
En cuanto al sector aéreo, terminó el mes de marzo al 42% de su capacidad aunque con limitaciones en los vuelos internacionales para evitar los casos de COVID19 importados. De momento las autoridades chinas solo permiten a las compañías extranjeras operar una ruta entre sus países de origen y China y siempre que demuestren un índice de ocupación inferior al 75%.