Con cerca de 18.000 aviones inmovilizados en el mundo, el sector aéreo está viviendo la peor de sus crisis. Sin datos exactos sobre cómo y cuándo se retomará la actividad, y la certeza de que el índice máximo de ocupación a bordo tendrá que ser revisado para mantener los preceptos de distanciamiento social, varias compañías ya se han declarado en quiebra.
En Europa solo el 28% de la flota está pudiendo operar, en su mayoría para misiones humanitarias o restringidas a los residentes. En consecuencia Norwegian ha anunciado la suspensión de la actividad de cuatro de sus filiales en Suecia y Dinamarca además de la cancelación de los acuerdos con la tripulación de su marca en España, por lo que está por ver si volverá a volar desde este país.
En África solo está circulando el 26% de los aviones y esto ha provocado la quiebra de South African Airways y Air Mauritius. La primera ya registraba graves problemas financieros antes de la crisis sanitaria y el gobierno sudafricano ha rechazado seguir inyectando capital para su recuperación.
Virgin Australia también anunció el 21 de abril el cese de sus operaciones “a la espera de renacer una vez superada la crisis”.
Estos anuncios coinciden con los planes de reestructuración y reducción de flota anunciados por grandes compañías como Lufthansa y los planes de inyección de fondos para garantizar la actividad de las compañías estadounidenses o Air France-KLM.